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20 abr 2009

¡Último Momento!

Confunde la línea D del subte con una máquina del tiempo, se baja en Congreso de Tucumán e invita a una jubilada a comer empanadas creyendo que es Mariquita Sánchez de Thompson.

14 mar 2009

Todo.

Carlos conoció a Estela. Una vez le dijo Esther. Lo hicieron en un auto. Se casaron. Tuvieron un hijo. Le pusieron Ramiro. Ramiro festejó su cumpleaños número ocho en La Isla de los Juegos. Empezó a masturbarse una noche que el codificado dejaba ver bastante. Se hizo un mail en Hotmail. Conoció a Gladys. Comieron panqueques en Carlitos. Se puso de nick "Gladys te amo, sos todo".
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Todo. Una sarten quemada que ya nadie se esfuerza en limpiar. Una almohada con una mancha amarilla de baba. La Peste. Un pene pequeño. Una gota de transpiración en el labio superior. El hipo. Un tucán muerto. Un aviso de lavandina. Viruta en una jaula de hámster. Jorge Formento. Un pelo en una ducha. Un judío sefardí. Una peca en el brazo de un bañero. Una servilleta que no usó la madre de Angelines Fernández. Una canción de un grupo Punk que nunca se grabó. Un pedazo de pollo en el agujero de la muela de juicio. El número 7. Timbuktú. Una moneda pegada a la brea. La palabra "así" escrita "haci". El barro. Un joystick al que no le anda el botón de abajo. Una uña con una manchita blanca. Una pestaña flotando en jugo de naranja. Un chabón. "Gladys te amo, sos un chabón". Ah, re puto resultó ser Ramiro.

1 oct 2008

U2.

Estacionó y apagó el motor del auto interrumpiendo un tema de U2. Entró al edificio, saludó a los guardias de seguridad que le esquivaron la mirada, ingresó al ascensor, marcó el cuarto y esperó. Cuando las puertas se cerraron, se miró en el espejo y se acomodó el pelo. Si lo miraba de cerca, su peinado carecía de sentido. Pero de lejos se veía bien. De todos modos, ya no podría mejorarlo, así que dejó de tocarlo. Cruzó la puerta de su oficina. Nadie trabajaba, estaban todos reunidos alrededor de un televisor. "¿Qué pasa?", preguntó. Sin levantar la mirada del piso, Ruiz empezó a hablar: "Pasó algo en tu barrio. Parece que murieron todos...". No se quedó a escuchar el final de lo que Ruiz tenía para decir. Bajó corriendo por las escaleras y se subió a su auto. Cuando lo encendió, el tema de U2 retomó donde lo había dejado. Manejó lo más rápido que pudo, pero pagó el peaje. Entró a su casa desesperado. Su mujer y su hijo no estaban. Volvió a salir buscándolos. A unos metros, detrás de un auto estacionado, asomaban las piernas ensangrentadas de una mujer. Corrió hasta que le vio la cara. Era su vecina. La tocó con el pie asegurándose de que estaba muerta. Se agachó y tomó de su cartera un billete de veinte pesos y un encendedor. Se los guardó en el bolsillo, dejó la cartera en el piso y volvió al trabajo escuchando U2.

29 may 2008

Te Das?

"Los golpes que se oyeron en su puerta, lo molestaron. A Resenbrink no le gustaba que lo interrumpieran cuando trabajaba. Se levantó de mala gana y la abrió para encontrarse, para su desconcierto, con él mismo. Por un instante, se quedó congelado. Su otro yo estaba vestido diferente y tenía otro corte de pelo, pero sin duda que era él. Resenbrink tenía en claro lo que quería decir, pero sus palabras no salieron de su boca, sino de la de su otro yo, que dijo lo que él pensaba: 'Haceme sexo oral'. Resenbrink se negó, un poco por reflejo y otro poco por orgullo, pero su otro yo tenía un argumento indiscutible. 'Si pudieras, te lo harías a ti mismo', le espetó. Resenbrink se puso de rodillas y sólo pidió una cosa: 'Cuando estés por llegar avisame'. Su otro yo no le avisó".

Con este texto inédito de 1847, Julio Verne deja en claro que el tema de hacer el amor con uno mismo supera la barrera del tiempo. Hacia el final de la novela titulada El Asunto Oral (L'Affaire Orale), el lector descubre que en realidad Resenbrink no se encontró consigo mismo sino con un hermano gemelo separado al nacer por considerarlo malvado (En el último párrafo, parado frente a la tumba de su hermano, Resenbrink dice: Oh hermano, no sé por qué te han alejado de mi vida. En este poco tiempo que te conocí no me has parecido malvado, aunque sí sabes un poco agrio). También retoma el tema del incesto que tanto le había apasionado luego de leer Antígona (Prefería a Antígona por sobre Edipo Rey pues prefería a su prima por sobre su madre).

Surge aquí un debate inevitable, ¿si tengo sexo conmigo mismo, soy homosexual? Por un lado estarán los que afirmarán que sí, que todo acto que incluya una erección y otro hombre será siempre un acto marica. En la vereda de enfrente los que dirán que no, pues es su propio cuerpo, y que si eso fuese gay, toda la población mundial sería homosexual, porque "quién no se ha toqueteado un rato, aunque sea un sábado a la tarde que no hay nadie en casa y que lo único que hay en la tele es Carburando". En el medio, los relativistas que analizarán todo más en detalle "Si vos fuiste el pasivo, sos gay, si fuiste el activo puede que no. Si te hicieron sexo oral nomás no sos gay ni a palos. Si le hiciste sexo oral, depende de qué cantidad de lengua hayas usado. Si tragaste sos gay". Etc.

Hoy en día, los hombres se incriben en gimnasios, hacen yoga y hasta pilates. Pero no para cuidar sus cuerpos, sino para conseguir más elasticidad y hacer la Gran Resenbrink. Muchos lo logran, aún sin hacer ejercicio, pero deben ser flacos. Los gordos nunca llegarán (si Andrea Politti lee esto me hace un piquete al blog). Hay dos estrategias preferidas: sentado en una silla, inclinándose hacia adelante o recostándose sobre la espalda y levantando las piernas, también conocida como Rodillas en las Orejas, que es la más exitosa. Igual, yo no sé, me contaron.